jueves, 23 de noviembre de 2017

Desde el umbral de mi puerta

Las cosas no se ven igual desde este lado..... todo cambia nada permanece inerte a tus deseos....tan poquito te ha durado ese hilo de falso amor, sonrío mientras en mi interior evoco a modo de ritual mis ultimas palabras, palabras enemigas de tu antojo, me hacen recordar ese tiempo en soledad, tiempo de reflexión en el cual yo ya sabía que esa historia poco duraría....
Apenas ha amanecido el cielo oscuro, lúgubre deja entrever lazadas de ese Sol que parece retenerse ante lo inevitable, esta amaneciendo, mi taza humeante de café con ese aroma tan peculiar me hace recordar momentos de mi infancia que se repiten en mi subconsciente, allí me veía pequeña con cinco años apenas, era un día de invierno algo frío, recuerdo a esa señora que hoy es mi madre, joven, fuerte, me llevaba cogida de la mano, aun recuerdo sus tacones, clásicos de salón, elegantes en color azul marino, su tacón lucía desgastado por el trato rutinario, recuerdo que íbamos caminando cuesta arriba por aquella larga e interminable calle, recuerdo perfectamente el tránsito de gentes que iban de un sitio para otro con sus quehaceres cotidianos... recuerdo esa gran puerta muy alta tres metros o así mi madre modesta y educadamente llamaba dando golpecitos secos y cortos, recuerdo el color y el ruido que hacía al abrirse, una señora con el pelo descuidado de años, mayor, con sus arrugas, con su mirada desviaba nos abría la enorme puerta y allí me veía yo, expectante, vigilando todo lo que me rodeaba, recuerdo el olor a antiguo que brotaba de su casa, las puertas de dentro eran igual de grandes pero con unas vidrieras en color ambar, ese día comenzó a llover y en su patio rebosante de plantas se veía el agua caer, el ambiente húmedo de la lluvia embargó nuestra estancia, mi madre sacaba el dinero para pagar el alquiler de la casa en la que vivíamos, recuerdo la frialdad de la señora asi como la letra majestuosa con al que escribía en el recibo, a pies juntillas revisaba intentando ver más allá de lo que mi vista alcanzaba, debo reconocer que su casa me gustaba.
Aún recuerdo el ambiente en el que fuimos criados mis hermanos y yo, casero, doméstico, cercano, cálido, un ambiente despreocupado, formal, serio, educado aun recuerdo que mi madre siempre decía que no éramos pobres si no que éramos muchos.

HASTA QUE LA VERDAD SE IMPONGA

 "No hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo aguante"..., cierra la puerta, no hagas ruido al salir, mis ojos ya no quieren m...