Antes de conocerte mi vida era muy metódica, como si fuera alemana había ido encajando las diversas actividades diarias y quéhaceres de una manera instructiva y muy organizada de tal forma que cada hora ocupaba siempre la misma labor.
Empecé a recordar cuando vivía sin horarios, o cuando viajé a Londres a estudiar, recuerdo las calles de algún museo Victoriano, sus casas, sus estrechas calles con todo muy ordenado, recuerdo ese acento británico e incluso los tonos rígidos de sus gentes....
Antes de que ciertos sucesos llegasen a mi vida me solía ver a mi misma como una mujer suave, frágil, lloraba frecuentemente si me frutraba con algo, sufría por las cosas, por tus actos.... han pasado los años y aunque me esfuerzo en recordar como era no consigo mínimamente percibir ese dolor, ese llanto atragantado, esa angustia, ni si quiera la fragilidad que un día de mi formó parte. Entonces irónicamente sonrío como lo hiciera el corredor victorioso, ese mismo que sube al podio con cara de satisfacción, no soy extremadamente vanidosa, pero creo que estoy orgullosa de mi misma y esos cambios que aunque complicados hicieron de mi vida la que es hoy.
Me vuelvo hacia el espejo, abrocho esa americana que tan informalmente con tejanos he decidido llevar, me fijo en mi cuerpo, sus curvas testigos de mis años.... He vuelto a sentir el roce de tus dedos sobre mi, huelo tu perfume y hasta puedo recordar tu vocecita diciendome al oido lo guapa que estoy, me conoces, sabes que no necesito tus cumplidos pero que me gustan, me hacen sentir algo más en tu vida y aunque sabes que soy de esas mujeres con mucha seguridad en mi misma lo que más conseguí admirar de ti esa esa firmeza que tienes a la hora de hablar que me inunda.
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