martes, 4 de noviembre de 2014

Emotividad pausada

Con ese sentimiento de culpabilidad con el que algunas veces debo vivir me levanto esa mañana, tenía que coger un vuelo hacia algún lugar poco interesante, tenia un curso y el que era mi jefe en esa época confiaba en mis buenas dotes y mis buenas maneras, aun recuerdo como me exhibía por doquier como hiciera el cazador con esa enorme pieza, con orgullo con su cabeza levantada como si hubiese descubierto el antídoto para alguna enfermedad rara, recuerdo esa inseguridad que mostraba cuando yo siendo un chica joven muy joven le daba clases magistrales, le miraba de tal forma que el sentía miedo a veces retiraba la mirada  dirigiéndola hacia cualquier lugar.
Terminé de arreglarme mientras mentalmente preparaba mi discurso de presentación, elegí minuciosamente ese traje de pantalón y chaqueta ceñidos elegantemente a mi figura, otra vez me peino tradicionalmente asesorada me recojo el pelo en una especie de bonito moño que se encoge en mi nuca, entonces recojo ese portatrajes con el vestido elegido para la cena nocturna un vestido nada sugerente de mangas hasta las muñecas muy recogido de cuello sin ningún ápice de sugerencia pero un top de elegancia, no puedo dejar de sonreir porque pienso que pese a que no es sugerente tendré muchos ojitos encima ya que a ese tipo de eventos suelen acudir hombres de los de tipo gourmet que huelen el saber estar a kilómetros y saben diferenciar una mujer con clase y ahí yo me considero una maestra, recuerdo las clases de protocolo a las que mi abuela nos obligaba a asistir de niña, ese señor muy emperchado nos educaba en la manera de colocar los brazos en la mesa o como poner la servilleta para mi al menos era interesante.
En ese avión el se sienta a mi lado, es el hijo mas pequeño de mi jefe, este es un señor de unos setenta con un rostro firme, con sus arrugas, de tez blanquecina y preciosos ojos celestes, es un señor con un porte y elegancia que cuando habla me deja atónita a veces me gustaría tener su experiencia en mi carnes, en mi juventud.... su hijo empieza a hablarme de sus cosas, sus ligues, su vida etc... intento seguirle, pongo en mi cara los rasgos típicos de prestar atención pero la verdad es que me he perdido en la segunda frase, sigo asintiendo con mi cabeza como si de verdad me interesase aunque yo tengo otras preocupaciones mi diálogo, mi presentación el porque opino que ese debe ser así o de la otra manera repaso una a una cuidadosamente cada palabrita....
Es tarde pero mi saber estar me obliga a permanecer en la fiesta hasta que mi jefe se marche es una clave importante de los buenos modales, este señor de cincuenta años sigue a mi lado es un jefe de otra sección de mi misma empresa, el sigue intentando impresionarme una y otra vez, no es el único que lo ha hecho esa noche, pero por algún motivo es el que mas paciencia esta teniendo hacia mi arrogancia y mi falta de empatía, no sé porque se esfuerza si yo sé muy bien que no caeré en su red....
Es increíble.....deseo volver a mi casa..... esa sensación de aburrimiento, de quiero que se acabe ya.

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