Cerré la ventana, hacía un frio inusual esa mañana, me levanté de la cama y mi primera mirada fija era hacia mis blanquecinas piernas, largas suaves y muy cuidadas, me recordaban los pétalos que mi orquidea blanca había ido perdiendo hacía meses.... apresuré a ponerme una sudadera, me veía joven sonreí por que por un momento pensé en que si me ponía unas all star volvería a ser la chica joven y divertida que un día fui, en esos locos años de facultad y de risas entre amigas, esos años de locuras, de siestas en la playa de amanecidas, de noches de fin de año espectaculares, en los que mi cuerpo era como un sedal de pesca, sonreí una vez más frente a mi espejo... no me veía mucho más cambiada, solo con un leve toque de madurez que la vida y las experiencias me habían regalado.
Con aquella taza de café hice la que sería sin duda una de las reflexiones más importantes en mi vida, podía ser casi un decálogo protocolario de buenas maneras, esas cosas que las mujeres nunca debemos decir frente a un hombre, sencillamente por que hacen que seamos más frágiles y vulnerables ante ellos y eso es una verdad ambigua a medias. Yo algún día me prometí no volver a llorar por ellos, no dejar qu fraguasen mi corazón, no embarcarme por esas palabritas que tanto nos gustan, no volveré a hacerle creer a ninguno que le amo con locura, nunca desenvolveré mis sentimientos como si de una caja de sorpresas se tratara.
Entonces volví a pensar en ti, esa mañana al igual que el día anterior despertabas las respuestas a mis dudas, me decías una y otra vez que viviera que no buscara la felicidad en ninguno pero sencillamente Angy yo no sé hacer esto, debo aprender tantas cosas y sé que estoy tan equivocada, eres sensitiva y sabia por naturaleza yo solo aprendía de cada paso en falso, tu no necesitas ataduras no quieres tener respuestas yo soy como el gatito curioso que algunas veces se atrapa en sus propios juegos.... y sinceramente me siento bloqueada a nivel afectivo.
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