miércoles, 10 de septiembre de 2014

Tras de la cortina...

Otra vez que paso una noche sin dormir, quizás es que pienso demasiado las cosas, me siento en  mi cama, sigue siendo de noche aunque lentamente va a apareciendo un tono más añil en el cielo, la luna sigue estando ahí, super puesta como colgante...Después de mi ejercicio de reflexión aparece como pintada en mi cara la que será mi primera sonrisa, para mi es algo innato, autómata como respirar, esta sonrisa tiene de trasfondo un pensamiento, eres tu, solo pensar en tu imagen....
Después de despedirte, me soplas un adiós guapa regalado de tu boca...

Nunca había tenido una reflexión tan trascendental, estaba al lado izquierdo de tu cama, tu eres una mujer de noventa y cinco años, tu situación desde mi perspectiva no es muy buena, te observo sin perder detalle, tus ojos entreabiertos, cada arruga de tu piel, tus manos cansadas, estamos tratándote ahí porque estas encamada, me fijo en tu parche de morfina, siento lastima, pero también siento orgullo de poderte tratar, de estar a tu lado y que esos breves momentos que usted me ofrecen sean mi memoria, sonries, te veo plena pese a tus dolencias, yo a diferencia de otras veces respiro con normalidad, no me agobia la idea de estar ahí, no me incomoda dicha situación, me hablas muy bajito del amor, yo me pierdo al escucharte, a mis treinta y pocos y después de escuchar con precisión lo que me cuentas me siento ingenua, me siento tonta, me muero de ganas por contarte una historia, la de ese hombre que desde hace un tiempo me apasiona, puedo sentir sus manos aun estando lejos, no soy vanidosa pero para mi es el perfecto amante y compañero, cómplice, confidente de mis deseos.
Ya hemos terminado el tratamiento y como cuando estoy con el siento que me atrapas a ese lado de tu cama, no me puedo ir tengo ganas de escucharte, al otro lado de la cortina, ahí es donde un dia aparqué mis sueños, solo veo objetivos a conseguir, como el jugador que alza sobre el tablero firme el alfil, ganará la partida.
Me agachó con la delicadeza que me identifica, te beso en la cara, no me quiero ir y usted lo lee en mi mirada, mi cabeza se pregunta si la próxima vez me esperaras aun aquí, y siento miedo.

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