martes, 5 de agosto de 2014

Rehacer...

Observé el ensordecedor ruido del florero que había caído, miles de pedazos del mismo ante mi! recordé entonces esa capacidad que tanto nos identifica a los seres humanos para rehacer cosas, nos empeñamos a veces hasta en reconstruir lo que ya es inevitable, tenemos una tendencia un tanto autosuicida a juntarnos, como hormiguitas que buscan apoyo entre sí, entonces una sonrisa maliciosa se dibujó en mi carita, esa carita infantil a veces y otras de mujer madura, dependiento de las circunstancias, yo no necesitaba ese tipo de empatía, ya no rehacía nada, simplemente desechaba lo no válido como si de ese  florero se trataba, y no debo negar que al principio de mi nuevo estatus de soledad estaba más acompañada que años atrás, sentía el deseo constante de hombres a mi alrededor, era como un revoloteo de aves que pelean por  sustento, yo alimento la imaginación de hombres, solo eso, algunos me llevan en su corazón y otros sólo en su deseo, para mi no es problema....
Cerré esa ventana que por las noches  me recordaba que ahí fuera la vida seguía, la gente sus problemas pasaban, me autoconvencía cada noche, mi perfeccionismo era suficiente, entonces me vino a la mente esa noche de Otoño en la que sentí el roce de tu cuerpo, en la que mis piernas blancas y esbeltas buscaban tu compañía entre mis sábanas, mis blancas sábanas, en aquella habitación había un ambiente, un olor, unas sensaciones indescriptibles, yo diría que había magia, mucha magia, esa que tiempo atrás me había llevado a estar contigo en la misma situación... mis besos tiernos apasionados contoneaban delatando cada rinconcito de tu ser, te gustaba, la excitación llegaba con cada mirada mía, misteriosa, envolvente, atrapante... yo era la más sabia seductora, a mi me gustaban las cosas despacito para que sintieras cada tacto, cada roce, cada suspiro, era como un chef perfecto, ese pastelero que prepara esa impresionante tarta, que luego sería la admiración de todos, yo era así....
Durante algún  tiempo en mi vida me  dediqué afinada y delicadamente a esculpir mi  cuerpo, esta era mi figura años después, tras dos seres engendrados, me mantenía elegante, guapa, delicada, como si fuera intocable....
después de lo acontecido, buscastes mis braguitas en la desordenada cama me las pusistes suavemente  besastes mi vientre, no querías soltar mi mano, te agarrabas a mi como si estuviésemos soldados, como el candado que cierra perfectamente, para ti no era un acto era un todo....

No hay comentarios:

Publicar un comentario

HASTA QUE LA VERDAD SE IMPONGA

 "No hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo aguante"..., cierra la puerta, no hagas ruido al salir, mis ojos ya no quieren m...