Ese fue sin duda el hombre que ocupa mayoritariamente mi vida, el que consumió gran parte de las horas mías, al que fui capaz de entregarle hasta el último de mis secretos.
Tuvimos momentos buenos muy buenos, pero según iban pasando los años caimos en la desidia del aburrimiento, de la monotonía, nos convertimos en presos, yo de ti y tu de mi.
Ya no nos mirábamos atentos, ya no había amor, desaparecieron los sentimientos....
Yo crecí a tu lado, yo entendí mil maneras de amor junto a ti, me preparé en la dura profesión de la maternidad, cedí mi hermoso cuerpo, le puse ganas, dejé de lado los miramientos.
Según avanzábamos en nuestro proyecto algunos días pasaron lentos, otros se fueron sin ni si quiera nosotros saberlo, se apagó mi llama, se apagó ese fuego, tu manera de hablar confundía mis pensamientos, la poca predisposición, lo poco atento, eso fue lo que apagó definitivamente mi amor, esa fue la condena de esta relación.
Un día él decidió buscar consuelo, en un sábanas cargadas de ironía, de vanidad, de materialismo, de experiencia, eso desde luego yo sé a buen recaudo que él nunca lo entendió.
Así eras tú , ese niño egoísta y egocéntrico que pensabas en ti mismo a cada momento, ese eras tu, el que dejaba los trabajos a medias, el que no terminaba los bordados de la vida, el que se iba a la cama sin remordimientos... ese eres tú , y aunque sé que no fui perfecta, que no fui ideal, que no fui correcta, que pequé de inocente, también sé que fui tu juguete durante un tiempo, fui esa chica fresca, jovial, que sonreía fácilmente y a la que no le faltaba intelecto con la que no te apetecía soñar si no que fuese un juego... Ya no recuerdo esos días alegres en los que planeábamos cositas, esos días ya se fueron, me levanto cada mañana pensando en lo afortunada que he sido por la descendencia que me dejas aunque consciente de que más que ilusión y empatía necesitaré fuerza y esmero por que la tarea que empezamos ahora sola en mis manos quedó.
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