Apuré los últimos minutos antes de salir de casa, cerré con llave la puerta y llamé al ascensor, saqué la barra de carmin, y aproveché los tres pisos que me daban de sobra para cubrir mis labios...
De repente en el coche escuché en la radio esa cancion de Marc Anthony que tanto me recordaba mi juventud mis noches de diversión de jugueteos... una sonrisa tiñó mi cara, revivía por momentos lo acontecido en otra época de mi vida tampoco era muy lejana, era feliz, me divertía, mantenía ciertas ilusiones que como cartas en una partida había ido cayendo.
Caminaba cada mañana pasaba por el mismo sitio, veía a esos trabajadores del camión de residuos coger los contenedores, pasaba frente a ellos con mi caminar algido y seguro, yo soy elegante, los hombres que entienden no pueden evitar desviar sus miradas, para mi eso es un juego más, el experimento de mi laboratorio humano donde vosotros los hombres sois estudiados, llega un momento en el que te acostumbras a ser objeto de sus miradas, no te incomoda, no te importa más bien al contrario te sientes halagada, admirada, deseada...La mayor duda que tenía siempre era el límite del deseo masculino, dónde quedaba, hasta donde llegaba.
jueves, 31 de julio de 2014
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