Levanté la mirada y a lo lejos aprecié tu figura, aquella tarde venías en tejanos y con una camisa a cuadros roja, era una camisa de ejecutivo pero la manera tan informal de llevarla me gustaba, cuando llegastes a mi altura nos dimos un beso típico de quince años, en la mejilla avergonzado, ese típico beso que das dejando entre ver que estas "enamorado", venías afeitado, nunca te había visto así, y te hice el comentario de que parecías mayor, lo parecías.
Nos sentamos en una terraza, conversamos, tomamos algo, cenamos, la noche fue creciendo y nosotros fuimos menguando, decidimos terminar con esa velada de cena.
Caminábamos, la noche testigo era de nuestros pasos, cortos silencios atragantaban nuestros pensamientos, no eran incómodos.
Llegamos a mi casa con esa botellita de MÖET que tu sobradamente sabías que me iba a encantar, era MÖET rosado, un privilegio, mi carnal debilidad.
Estuvimos concentrados, nos compenetramos como si de dos seres con un mismo latir hablásemos, éramos uno, nos rozábamos, nos tocábamos sin miedo, sin pudor.....
Y así fue como el reloj fue avanzando, destruyendo horas.... liberando amor....
La brisa, el temor de tu partida, tu olor, los suculentos bocados de esa noche de pasión estaban bañados de MÖET rosado.
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