A veces nos empeñamos en ser metódicos, monótonos, simples...somos seres que hacemos las cosas predeterminadas, con patrones, hábitos adquiridos dejando de lado nuestro verdadero YO, qué pasa con las ganas, los antojos, los caprichos de las personas vanales, terrestres...
Eran casi la una de la madrugada, tu estabas recientemente separado, necesitabas salir, querías diversión, disfrutar... pero hablabas conmigo como buscando explicación, yo era obvio no tenía todas las repuestas, ni quiera la mitad, era un reto hablar contigo.
A lo largo de la conversación me empañaba en hacerte ver una y otra vez que no se trataba de pensar, sino de entender, quería que sintieras libertad, que disfrutaras la vida tal cual, sin agobios, sin pensamientos, sin predeterminar por que al final de la historia yo me había dado cuenta de que las cosas salen mejor cuando se hacen sin pensar, cuando improvisas, cuando a cada paso no sabes donde acabaras, la vida me enseñaba a entender y a no pensar.
Una mirada, una sonrisa, cualquier gesto por simple lo era todo para ti, eso importaba.
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