Coloco el auricular en mi oido, reposando el pelo sobre mi oreja, ya empieza esa sinfonía de Mozart, el famoso requiem que en tantas ocasiones me ha ayudado a liberar mi mente de cargas que parecían insostenibles. Hoy más que nunca necesitaré centrarme en mi misma, en mi vida, en esos proyectos empezados y que deben finalizar correcta y perfectamente, a estas alturas de mi vida soy consciente de que la perfección no existe pero si algo que se le aproxime, me sigue preocupando no tener control sobre las cosas que me rodean, y problablemente en otras circunstancias diría sobre las personas.... pero es obvio que ese interés ya lo perdí dado a que es muy probable que nunca pueda.
Abro mi agenda como hago rutinariamente por las mañanas, alguien me preguntó una vez porque no usaba la tablet, soy muy convencional, extremadamente tradicional dependiendo para qué cosas, y sé que mi agenda a parte de las obligaciones y cosas importantes que cualquier agenda de mujer tendría contiene esas frases que tanto me han gustado y las he escrito para impedir que se me olvidasen, en especial una extraída de una novela inglesa "....y cuando ellos me pregunten ¿quien fue el hombre de tu vida? yo me giraré y te señalaré con el dedo...", algunas, otras no son tan sentimentales, sino más reflexivas tipo Kant o incluso alguna de la filosofía oriental que tanto me gusta leer.
Levanté mi cabeza, podía sentir el frescor del aire en mi cara, un chaval muy joven se dirige hacia mi y me confiesa en alta voz que le gustan mis ojos mucho y que es un piropo, yo sonrío, no me sonrojo probablemente porque en algún momento de la que es mi historia me empecé a acostumbrar a los cumplidos masculinos y ahora en este punto como mucho solo me hacen sonreir.
Mientras deshago pasitos me fijo en mis mocasines, estan lucidos, brillantes casi puedo verme en ellos como si fuese un espejo, me siento feliz por una cosa normal, por un hábito, me gustan mucho los zapatos, soy fetichista, para mi son como la carta de presentación podría recordar al menos un par de cada una de mis amigas....
Hoy he decido ir a tomarme un café a ese sitio cercano a mi trabajo, en el que el camarero de unos cincuenta y tantos me regodea con sus halagos, se preocupa por mi, me pregunta como estoy, me comenta lo guapa que cada día me vé, es obvio que mi imagen le atrae pero sinceramente no creo que lo haga más allá, el se vé buen hombre, que claro que los hay!.
He recordado Angie una vez más nuestras charlas nocturnas, nuestros baños de realidad, cuanta verdad encerrada! y cuánto misterio sin delatar!....
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