lunes, 27 de octubre de 2014

El largo caminos de los sentimientos...

Sentada en esta silla, hoy no puedo pensar, algunos pensamientos y recuerdos peturban mi cabeza impidiendo que me centre en las obligaciones de docencia, debo a`probar ese examén, mi decano, confidente y "amigo" me recuerda que debo esforzarme, qué fácil es decirlo! pienso, el es un buen consejero, aprecia a mi familia como nadie, sé que me apoya, me retraigo cuando debo hablar con él, me veo a mi misma con el ilustre diccionario de las palabras correctas intentando no caer fuera de lugar, es un señor atípico, poco corriente, a sus setenta y tantos le sigue entusiasmando las cosas del saber, le apasiona su docencia, es un hombre autorealizado y yo no puedo más que admirar su labor asi como la actitud que tiene hacia la misma. De repente no me veo como él, no puedo imaginarme trabajando incluso después de haber cumplido una edad mínima para retirarte a disfrutar de la vida, en mi cara se dibuja una sonrisa y me empiezo a imaginar a mi misma en un crucero, bailando por las noches, disfrutando de esas lunas, cenando, con lujuriosos vestidos y zapatitos de tacon, con ese toque de elegancia algo refinado que me caracteriza, me imagino en un jacuzzi al lado de un señor al que amo profundamente y cuya mirada al cruzarse con la mia me hace prisionera de su amor... me imagino en la playa, leyendo esa novela con el sol a la espalda dandome su calor....Obviamente nuestros destinos fueron completamente diferentes y eso hace que sienta admiración hacia el.
Ha sonado mi teléfono, un mensaje me recuerda que hace dos años no estas, nosotros tus amigos incondicionales aún sentimos dolor, he ido a verte Jaime, no esperaba ver tu tumba tan bonita, y sí reconozco que mis lágrimas cayeron con más dolor, quizás durante este tiempo pensé que al no leer tu nombre sobre ese segmento a lo mejor podrías no estar ahí, ¡menuda idiotez!, ahora dos años después de tu ausencia comprendo el dolor de una manera diferente, una herida que no se cierra, que queda ahí como la marca de guerra que enseñas presumiendo de que has sentido más dolor al ajeno, no te olvido y sé Jaime que tu y yo en especial no nos llevábamos bien, por ello considero que el afecto y el cariño que te tenía eran puros porque acepté tus defectos y viví con ellos, cierro una página dos semanas después de verte pude hablar con J de ti, en esta ocasión no lloré, estuve entera en nuestro diálogo, quedé asombrada por ello.
Retomo ese libro, me recuerda este reloj que las horas pasan, no en vano, me centro, respiro hondo y me pongo a la labor no antes sin un pensamiento, un recuerdo el tuyo, el mío el del que es nuestro amor....

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