Algunos días me despierto descolocada, como si las cosas que me hayan ido pasando lentamente fuesen algo "inesperadas", el hecho de que mi familia relativamente no este cerca hace que en alguna ocasión les eche de menos más de lo que quisiera, el transcurso del tiempo y mis propias vivencias ha hecho que yo pierda un ápice de sentimentalismo subrealista, no obstante en mis bolsillos sigo llevando pañuelos que hacen su tarea cuando creo necesario derramar lagrimas, aprendí como sabiamente me dijistes que llorar era sano, que aliviaba los pesos del alma, esas cadenas que nos sujetan a los sentimientos, al dolor, al daño.... no en vano soy comedida en este aspecto y no siendo asentimental puedo decir abiertamente que hay muy pocas cosas o personas dignas de mis lagrimas y obviamente mis seres son las primeras de la lista.
Retiras con gesto cortés mi silla en ese restaurante invitandome a sentar, me he fijado en esas paredes que quedan a tu espalda, cubiertas por un papel pintado en un tono oscuro y dibuja unas grecas aterciopeladas en relieve, pienso que es muy bonito muy acertado, sin duda me has traido a un lugar en el sabes de sobra que me sentiría cómoda, es un sitio elegante, clásico con todos los detalles minuciosamente estudiados, sabes en cierto modo que yo soy así... no cruzo las piernas, nunca lo hago aunque es un gesto innato de las mujeres elegante yo siempre he pensado que pierdo credibilidad, varias mesas al lado cuatro ejecutivos enchaquetados en trajes oscuros hablan y rien, algunos de ellos han desviado la mirada hacia a mi, han repasado mi figura atentamente desde que hemos entrado, tu ajeno a ello no te das cuenta, no te percatas yo sin embargo a medio mirar los he calado, el que queda frente a mi ha clavado sus ojos en los mios en dos ocasiones, pero yo no me inmuto, le devuelvo la mirada firme, constante sin dudar.
Nos traen el primer plato, lo miro por encima, sin escudriñar, me interesa más lo que me estas contando, prefiero mirar tu cara, los gestos que ofreces mientras hablas del pasado, analizo detenidamente cada palabra, cada expresión tuya. Mientras saboreo esos bocaditos entiendo lo que quieres trasmitir, tienes miedo estas inseguro y por ello desvias constantemente la mirada, yo sigilosa y silenciosa escucho atenta.... decido ahora que has acabado darte un baño de seguridad, para ello coloco mi mano sobre la tuya en un gesto, como haciendote entender que siento lo que sientes, que sé cuales son tus preocupaciones, tus miedos, quiero que tengas confianza que sepas que aqui me tienes....
Miro mi reloj, los ejecutivos se levantan con intención de dejar ese lugar, uno de ellos se permite el lujo de pasar tras mi silla aprovechando tu ausencia y me dice algo así como" eres divina", no puedo girar mi cabeza, mi orgullo impide que le agradezca tal cumplido, y sentada en la misma silla sonrío... Tomamos un café no quiero que notes que tengo cierta "prisa" ya que debo regresar a mi rutina, pero quiero ofrecerte una velada de confort, quiero darte esta paz, que desconectes, que lo pases bien.... nuestras carcajadas cómplices de los recuerdos del ayer, esa costumbre tan tuya de hacerme creer que soy "Susanita de Mafalda", después de tantos años ya no me molesto en hacerte entender que ese personaje y yo compratimos poco, de hecho entiendo tu ironía....
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