miércoles, 22 de octubre de 2014

Sonrisas torcidas....

Ese verano que compartíamos fue especialmente divertido y eso hace que cuando vea alguna foto de el lo recuerde gratamente.
Mi figura casi sin tocar, no tenía aun las marcas que la maternidad sin quererlo nos dejan, esas pequeñas estrias o esa flacided en la tripa que te recuerdan que un día estuvo ocupada.
Me compré un triquini, era negro, Angela conocedora de mi manera de ser apostaba que no me lo pondría, aunque tenía muy buen tipo soy una mujer muy recatada mi elegancia impide que me ponga ciertas prendas con las que me veo completamente fuera de lugar, mas para reirme me lo puse y me fotografié, luego ellas las llamaron " las fotos del verano del triquini", que de manera eterna dejaran constancia que me puse un triquini, eso si no me quedaba nada mal.
Recordé cuando de niña me llevaban en Otoño a ver esas representaciones en los mini teatros, las marionetas cuyas caras y faciones muy pronunciadas y brillantes se movían mientras hacían o imitaban hablar, era interesante, a mi nunca me gustaba estar en primera fila porque la verdad es que siempre pensaba que podrían salir del teatrillo y sentarse por ejemplo a mi lado y me hacía sentir incómoda la idea. El señor que tras los bastidores manipula las marionetas incluso podía hacer que estas sonriera. La vida también es una especie de teatrillo, a groso modo, con más marionetas y con los bastidores más grandes, tras el telón cada día se prepara una nueva función la de la vida, ellos enseñan y adiestran las marionetas, las manipulan, algunas marionetas un día cobran vida propia y se salen  de la obra para vivir su propia comedia.... yo nunca me creí marioneta, yo encajo muy bien en el perfil de expectador que espera que empiece la obra y una  vez terminada saca la conclusión que quiera. Y casi sin quererlo me convertí un día en la mujer que soy, analista sin igual, que con un sencillo gesto es capaz de entender cierta situación.

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