miércoles, 1 de octubre de 2014

Cada cosa en su sitio

Camino por ese carril bici que nadie usa, bueno nadie no yo si, pero lo hago sin bici, a pie andando, deshago pasitos camino a mi trabajo, me gusta mi trabajo me aporta muchisimas cosas, cosas muy buenas, que me llenan, que me hacen sentir digna, mejor conmigo misma.... Hoy sé que tengo un paciente, un chico de cuarenta y seis años, es poco hablador, sé que mi mirada le intimida y eso me hace sentir bien, es como si por momentos me creyese algo más que no digo superior, cuando termino de acomodarle y prepararlo en el sillón le explico cuáles con las normas, mis normas, sonrío para mi como si de un juego se tratase, sé que no es un juego, pero el hecho extraño de que él sea ese tipo de hombre, sensitivo, creo que romántico, llevadero etc... le miro su mano derecha en busca de ataduras, no tiene, tampoco lleva marcas, pero puedo imaginar que incluso sin tener rastro tenga una vida a asus espaldas, de amores, de desamores, de aventuras, de noches de lascivia, lujurías, velas que no se apagan, o que si... empiezo con la higiene, su aspecto algo deteriorado, me fijo en sus abundantes canas, las marcas de su cara, las arrugas en sus ojos, tiene la piel muy fina, su boca luce cuidada, en definitiva se cuida, eso me gusta, al acercarme para seguir con el proceso huelo su perfume, ligero, suave, nada excesivamente apelmazante, por algún motivo no puedo dejar de imaginarme su vida, sus pensamientos hacia mi, detecto un aire de miedo pero a la vez de confianza, me vé joven pero sabe que no soy ingenua, el sabe que sé muy bien lo que hago...
Ordeno mis pensamientos, me despido de él, con un gesto amable, le dedico una sonrisa que sé que no le va a ser fácil olvidar, no me clava la mirada tiene timidez y percibe que yo lo sé, me dice hasta luego y lo siguiente es como que se lo traga, cierro la puerta.
Cuantos días tardaré en dejar de analizar a los hombres que pasan por mi vida.

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