Caminaba tranquila pero sin aminorar el paso, me había fijado que ya empezaba a anochecer y quería llegar a mi morada, a mi refugio.... entonces esperando en aquel semáforo me fijé en una imagen típica de esa hora en este país una señora de origen latino embarazada de lo que yo calculé unos siete u ocho meses portaba un niño de unos dos años en su cintura mientras removía esa sarten que tenia sobre los fogones, lo que para cualquier persona sería algo "normal" a mi me provocó una sensación de agobio, creía que esa mujer era muy fuerte, muy valiente, la veía como una luchadora que nunca se bajaría del rin de la vida, yo desde luego nunca hubiese admitido que mis hijas entrasen en la cocina mientras preparaba la cena me atormentaba la idea de ver en estado y cargando otro ser.... y mientras pensaba y ya con el semáforo abierto me vino la vivencia de mis alumbramientos, me vino el recuerdo de esos días en los que mis seres fueron alumbrados por mi con fuerza y valentía, de estos temas he hablado muy pocas veces por que para mi son el oro puro de mis recuerdos, el día en que mi ser mayor nació fue clave para mi, sin duda entré en un paritorio siendo una niñita engreída y caprichosa y esa situación hizo que saliese como una mujer valiente y con un sentimiento de amor profundo, mi ser mayor me hizo madurar, recuerdo el día en que me la pusieron en brazos por primera vez, tenía miedo de que se me cayese ingenua de mi porque ahora sé que eso nunca hubiese sucedido, recuerdo perfectamente cuando giró su pequeña cabecita con un olor característico a lo que yo podría definir como olor a vida, esa vez que busca con sus ojos encontrar quien era su mamá y yo confidente esperaba gustarle, era obvio la misma naturaleza se encargaría de que esto fuese asi.
Ya han pasado seis años, a veces largos y otras cortos, he aprendido mucho, hoy creo ser un referente para ella, me cuenta por las noches que soy muy guapa, que le gustan mucho mis altos tacones y mi carmín rojo y que espera que cuando ella sea mamá yo acceda a prestárselo a lo cual asiento con una tierna sonrisa aunque por dentro pienso que ella no necesitará ese carmín ni esos tacones porque antes mis ojos será la mujer más guapa que haya conocido...
Algunas tardes mi ser mayor mantiene conversaciones trascendentales conmigo, me siento entonces novata, como esa alumna que fui los primeros días de la facultad que no tenía ni idea de lo que me explicaban... con el tiempo aprendes, intento desviarle las conversaciones llevándola a un terreno en el que me sienta más cómoda.
Otras ocasiones tras acostarla me pregunto que será de mayor, con quien vivirá, es obvio que aunque queremos lo mejor para nuestros seres yo sin duda solo espero que ella pueda ser feliz, cosa que yo aun tengo ciertos problemas para sentirme así debido a mis inconformismos y perfección.
De mi ser menor sin duda las cosas que aprendí digamos me enseñaron mucho más, es cuando ella nace que más cuenta me doy de lo fuerte que puedo ser, que no tengo tiempo para parar esta máquina, que no debo deja de respirar porque me necesitan, también tiene una cara amable la de las sonrisas, el amor de ella, las veces que me corrige porque no le gusta que lleve el pelo atado, las carreras contrareloj, ir con tacones centrándote en no caerte y con ella en brazos, fue la lección más dura, la cara más difícil pero ahora tres años después me doy cuenta que es la cara más grata y amable que la vida me haya podido dar.
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